Según la Escuela de Negocios Wharton, las fintech son una industria compuesta por empresas que usan la tecnología para hacer los mercados financieros más eficientes. Por tanto, este término define a un grupo de empresas que se dedican a ofrecer servicios financieros innovadores preferentemente a través de nuevos canales de distribución.

Entre sus ventajas se encuentran la posibilidad de realizar todas las transacciones a través del dispositivo móvil; acceso a la financiación de forma más fácil y rápida, y con tipos de interés más bajo; obtención de información más detallada gracias al uso del Big Data, la desintermediación bancaria y la posibilidad de acceder a economía colaborativa.

Existen muchas compañías fintech, según las necesidades del usuario y con distintos tipos de servicio. Depende de si el préstamo es entre particulares o empresas, si se necesitan realizar pagos móviles, etc.

La inversión mundial en fintech ha crecido más de 22 veces entre 2008, cuando era de 930 millones de dólares, y 2015, cuando alcanzó los 22.000 millones. En 2016 dicha cifra ha seguido creciendo espectacularmente. Sólo en el primer trimestre de este año ya ha superado los 5.300 millones de inversión, lo que supone un aumento del 67% con respecto al mismo período del año anterior.

En España, el mercado crece pero está lejos de consolidar y se prevé que el 2016 termine con unas 200 startups fintech. Por el contrario, en Estados Unidos se están consolidando como una alternativa real, ayudando a solventar parte de las ineficiencias del mercado y dando servicio principalmente a los segmentos de mercado que más han sufrido la crisis financiera: las pymes y los pequeños ahorradores.

Las tendencias en este sector apuntan a la integración con redes sociales, mejora de la autenticación del usuario y la cooperación entre empresas de un mismo ámbito territorial o un mismo mercado para poder seguir compitiendo a medio y largo plazo.