Las tecnologías y su desarrollo aplicativo no son enemigas del desarrollo sostenible, de hecho, si realmente se pule bien el aprovechamiento de los últimos avances tecnológicos, éstos últimos son esenciales para obtener ciudades y pueblos más sostenibles. El auge del Internet de las cosas (IoT), la conexión inalámbrica, la participación ciudadana y la implantación de sensores son actores de esta nueva era digital que ya ha comenzado.
Se calcula que actualmente, hay más sensores que personas en el planeta Tierra, entiéndase como sensor todo aparato tecnológico capaz de recoger datos para posteriormente poder transformarlo en información como lo son los teléfonos móviles inteligentes, por ejemplo. Toda esta ingente información, una vez procesada, puede servir como base para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, incrementando la calidad de los servicios públicos, y reduciendo, a su vez, el impacto negativo del ser humano sobre el medio ambiente.
Algunas aplicaciones de las ciudades inteligentes son:
- Iluminación: Las luminarias se apagan si no hay usuarios en la zona o se intensifica la luminosidad en el caso de que haya baches u obras, o situaciones atmosféricas adversas.
- Semáforos: Siempre dan paso al transporte público y cambian su frecuencia en función del tráfico.
- Aparcamiento: Sensores en las plazas para informar de los huecos libres.
- Emergencias: Los accidentes se detectan nada más producirse, dando avisos, para obtener una respuesta inmediata y eficaz.
- Alcantarillado: En caso de abundantes lluvias se detectan inundaciones y se regula la apertura de tuberías.
- Calidad del aire: Miden y tras el análisis de los datos, si son negativos, se refuerza el transporte público y se limita el privado.
Actualmente ya existen ejemplos reales de Smart Cities como la ciudad de Vejle en Dinamarca y Trondheim en Noruega para medir la calidad medioambiental, mientras que en Holanda, en Leiden y La Haya, se gestionará el tráfico de barcos; también se utiliza esta tecnología para mejorar el cultivo de plátano en Lembo, Colombia. Este año Nueva York fue designada como la capital más Inteligente del mundo, proyectos como la sustitución de las tradicionales cabinas telefónicas de pago por puntos de Wifi gratis y recarga de móviles, acceso a los servicios de la ciudad y soporte publicitario, son los factores que la han dado esta consideración.
Sin embargo, a pesar de la novedad del uso de sensores para mejorar la gestión de las ciudades, en Tokio, llevan más de quince años con el uso de una tarjeta inteligente, usada por la población, que no sólo sirve para el transporte público, con esta tarjeta pueden pagar desde el parking hasta snacks y bebidas de máquinas expendedoras que a través del reconocimiento facial utilizan la edad y el sexo del cliente para hacerle unas recomendaciones u otras.
En España también disponemos de ejemplos de ciudades inteligentes, como el uso de un sistema de riego inteligente en Barcelona y en Santander, con el proyecto SmartSantander, se han distribuido doce mil sensores en toda la ciudad que recogen datos para su posterior tratamiento municipal como la gestión de aparcamientos (idea a la que Londres también se ha acogido).
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