Muchas empresas, tal vez por desconocimiento, optan por comprar equipos para uso personal o doméstico en lugar de comprar ordenadores profesionales. Esto es un error, ya que, a pesar de tener la misma configuración, no están diseñados para realizar las mismas funciones, lo que conlleva ineficiencia y problemas para el usuario corporativo.

Las principales diferencias entre ambos tipos son:

  • Un ordenador doméstico está pensado para un trabajo intensivo de unas 4 horas. Un ordenador profesional está pensado para soportar un trabajo continuado más allá de una jornada laboral. De igual forma sucede con los periféricos, impresoras, escáneres, etc.
  • Las memorias de los equipos domésticos no salen de la mejor oblea de silicio cuando son fabricados, o sea, hay mayor riesgo de fallos.

  • Los ordenadores profesionales suelen tener discos con una gran cantidad de horas de uso certificadas por el fabricante, es decir, la cantidad de horas de trabajo sin fallos.
  • Todos los componentes de un equipo profesional están pensados para funcionar eficientemente en conjunto y sin apenas cuellos de botella, con un diseño más robusto, tomas y evacuación de aire, etc.

Nuestras recomendaciones son:

  • Comprar en una empresa que se dedique a la venta de equipos y periféricos profesionales. Además, estas empresas podrán brindar un servicio de configuración e instalación adecuados.
  • A la hora de comprar el equipo, indicar al vendedor su uso, es decir, si es un puesto básico, avanzado o estación de trabajo. Esto también es aplicable a los distintos formatos de equipamiento que hay, PC, All-IN-One, Torre, sobremesa, portátil, tablet, etc.

Normalmente los equipos domésticos son vendidos en las grandes superficies y las cadenas conocidas de venta de electrónica de consumo. Los equipos profesionales en cambio, en las empresas del sector tecnológico.